Desde pequeños quiero pensar que a todos nos enseñaron a hacernos responsables de nuestras propias acciones, que cada decisión que tomemos tiene una consecuencia tanto positiva como negativa y que no debemos de afectar intencionadamente a terceros. La vida esta llena de decisiones, nos despertamos y decidimos a que hora nos paramos, elegimos que desayunar, como vestirnos, a que hora irnos, la hora en que volvemos, lo que comemos, lo que cenamos, etc, todo es una constante decisión, infinidad de veces al día tomamos una decisión.
Las decisiones verdaderamente importantes empiezan desde los 18 años, cuando decidimos que estudiar, de ahí se desarrollara el resto, llegamos al punto de nuestras vidas en donde trabajaremos y ahí veremos de que estamos hechos realmente, pues hay de todo tipo de personas en un ambiente laboral. Esta él o la chismosa, él alcohólico, la floja, él productivo, él contestón, la envidiosa, él que de todo se queja, etc.
Nosotros decidiremos que clase de persona queremos ser, pues la persona en que nos convertimos de adultos depende de nosotros, no de nuestros papás, ellos nos educaron, pero somos lo que somos porque tomamos esa decisión, somos respetuosos porque así lo decidimos, somos tolerantes porque así lo decidimos, somos amables o serviciales porque así lo decidimos.
Realmente la respuesta es sí, nosotros construimos nuestro propio futuro en base a que clase de persona somos y que clase de decisiones tomamos.
Yo decido si en mi trabajo soy una persona responsable, amable, empática, tolerante, servicial, ética, que no me guste que anden atrás de mi repitiéndome lo que tengo que hacer y yo también decido si soy todo lo contrario a eso, si soy irresponsable, irrespetuosa, poco empática, que de todo me queje, que no haga nada, etc, en pocas palabras como he dicho, todo depende de nosotros mismos.
Al ser el primer tipo de persona tendré un mejor futuro y un éxito más asegurado que la persona que es todo lo contrario a mí, ya que nuestro trabajo habla de nosotros mismos y se trata de satisfacción personal también, es mil veces mejor que a uno lo reconozcan por nuestro propio trabajo que a que te reconozcan o ubiquen porque no haces nada o siempre te quejas. Ahí está la clara evidencia de que al ser nosotros mismos las personas que decidimos que hacer y quién ser forjamos nuestro propio futuro, pues a una persona trabajadora se le ofrecerán oportunidades de empleo y crecimiento laboral que a la persona que no trabaja nunca se le presentarán, al menos que cambie su modo de trabajar, ya que no será tan competente como la persona más prometedora.