Como pez en el agua

Nada de lo que está fuera de ti, podrá nunca proporcionarte lo que estás buscando. (Byron Katie).

Aquellos que medianamente nos gusta leer y mantenernos informados, de una u otra manera nos involucramos en conversaciones de índole académica,  y estamos en constante pugna respecto a la “educación” y el “sistema educativo”, en donde, generalmente, denostamos a los países denominados del tercer mundo, economías emergentes, y exaltamos aquellos, que de acuerdo con nuestro criterio, consideramos los más preparados.

Considero que el tema educativo debe estar en un constante e incesante cambio, jamás considerarlo como algo estático, ya que si bien, los valores, las costumbres y las normas de una sociedad condicionan la educación, el marco global, las tecnologías, tu sexo, el simple paso del tiempo y el lugar geopolítico preciso, generan un cambio: lo que antes era hoy es, pero de una manera diferente.

Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos dentro de una tribu, un clan, como lo he llamado en mis otras publicaciones, somos un producto social. Heidegger en sus escritos comentó que la familia y el entorno nos moldean, definen nuestra personalidad, nuestras necesidades y deseos. A través de las distintas instituciones sociales el mundo nos construye y determina el camino que debemos seguir, siembra en nuestra mente una moral, una ideología, y forma de pensar. Aquí lo estático no tiene cabida.

Michel Foucault habla de una sociedad disciplinaria que se caracteriza por el régimen de producción que se constituye a través de una red de dispositivos y aparatos que producen y regulan tanto costumbres como hábitos y prácticas sociales. Pero no solo pertenecemos a nuestra familia, también somos parte de un estado, una escuela, una religión, y cada uno de estos, a través de sus “mitos y leyendas”, es decir, a través de doctrinas, nos van creando una forma de pensar y actuar.

Creo que los sistemas educativos rígidos no permiten a los niños y jóvenes potenciar su imaginación, su intuición, las habilidades innatas y esas cosas que ya traen en su ADN gracias a su carga genética. No necesariamente estar dentro de la “norma”, significa vivir feliz.

Constreñir a la juventud a estudiar de manera ortodoxa y en un campus universitario de renombre no es ni la manera de alcanzar el éxito, ni la felicidad, ni tampoco la de conseguir un empleo. No estar cerrados a una educación que proporciona una sociedad reglamentada para que te moldee, generar trazos de libertad, identificar tus talentos y potenciarlos, te pondrá en una posición poco convencional e  innovadora, descubrirás que hay una manera diferente de hacer las cosas y que además combina contigo, te van bien.

Nada da más miedo que lo poco común… Sí. Pero te tengo una noticia, lo diferente sí es aceptado, valorado y hasta potenciado, recuerda a Matt Groening creador de los Simpsons, que realizó dibujos con poca calidad técnica pero que tenían un estilo personal en perfecta combinación con una narración ingeniosa.

Estar como pez en el agua, es encontrar tu elemento, ese espacio personal donde puedes fluir, respirar, co crear, es donde con el hábito operativo de excelencia te conviertes en una mejor persona. Necesariamente tuviste un proceso de entrenamiento, aunque tus cualidades fueron benévolas con el desgaste y disfrute del aprendizaje, y sí, implicó un sacrificio de varias índoles, pudiendo ser económica o de tiempo, pero que te ayudaron a perfeccionar ese talento.

Te invito a que analices qué actividad te genera una emocionalidad que te agrade, que te haga sentir cómodo, qué haces sin requerir mucho esfuerzo y además disfrutas, con la que el tiempo pasa volando y que con la práctica te puede hacer pasar de un aficionado a un profesional; y así, cuando llegues al juicio final y te pregunte ese ser supremo ¿qué tanto amaste? y ¿qué hiciste con tus talentos?, ya lleves al menos, la mitad del examen resuelto.

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