En el año de 1998 se estrenó la película titulada “El poderoso” basada en el libro “Freak The Mighty” por Rodman Philbrick. Esta cinta, cuenta la historia de Kevin Dillon un niño con discapacidad, pero sumamente inteligente, quien se muda con su madre a un nuevo vecindario, ahí conoce a Max, el cual es rechazado y criticado por sus compañeros de clase, ya que, por su obesidad y timidez extrema, creen que padece algún trastorno mental.
Al poco tiempo de conocerse, se dan cuenta de que unidos pueden ser mucho más que la suma de las partes. Max tiene la fuerza de un elefante y Kevin el cerebro de un genio. Ambos enfrentan muchas aventuras y forman un equipo en el cual aprovechan las ventajas competitivas de cada uno; Kevin se convierte en la cabeza, es el chico de las ideas y siempre anda montado en los hombros de Max, quien, a su vez, es el cuerpo y fuerza motriz que va para todos lados. Kevin y Max forman un alma que vence los obstáculos que se presentan en la vida. Juntos forman un equipo “Poderoso”.
Kevin y Max son la metáfora del trabajo en equipo en las organizaciones, porque son dos seres humanos con personalidades, inteligencia y talentos diferentes que, frente a los retos y dificultades de la vida, deciden unirse y apoyarse mutuamente. Cada uno pone al servicio del otro sus conocimientos o habilidades para obtener un beneficio en común.
En la actualidad, el trabajo en equipo constituye la fuerza y el impulso para obtener buenos resultados, independientemente de los fines que persigan las organizaciones; porque el trabajo en equipo no solo es fundamental en las empresas, sino también en las escuelas, organismos gubernamentales, en las ONG, así como en las familias o cualquier tipo de grupo social.
En la vida real, existen muchas organizaciones “poderosas” que han aprendido a trabajar a partir de la fuerza física y mental de cada uno de sus integrantes. Cada persona constituye una pieza clave para el logro de los objetivos. Al igual que Kevin y Max, los equipos de trabajo bien integrados, responsables y maduros van siempre hacia el mismo rumbo y comparten la misma visión.
Según Stoner (1996) el equipo es un conjunto de personas que se interrelacionan con el propósito de lograr un objetivo común. Uno de los grandes paradigmas del siglo XXI es el trabajo en equipo; según Barroso (2014) las organizaciones requieren de personas comprometidas que trabajen en equipo de manera que las energías de sus miembros se complementen, creando simbiosis positiva, aumentando la producción, la satisfacción de sus miembros y la calidad de vida de la comunidad.
Juntos podemos lograr cosas impensadas, pero hay que reconocer que, para generar sinergia con todos los integrantes del grupo social, se requiere un gran esfuerzo y compromiso. Trabajar en equipo no es una tarea sencilla, ya que muchas personas están acostumbradas a trabajar de forma individual y también porque no queremos atravesar por la penosa necesidad de andar detrás de los demás para que cumplan con sus tareas.
Hemos comprado la idea de que, más vale estar solo que mal acompañado, pero la individualidad en tiempos vertiginosos y de incertidumbre se convierte en una desventaja para alcanzar los objetivos deseados y además nos perdemos la oportunidad de convivir y aprender de los demás. En cualquier contexto, se requiere que, los grupos se conviertan en equipos que sumen y trasciendan a partir de formar una asociación efectiva y visionaria.
Al igual que Kevin y Max, es necesario identificar las competencias, habilidades o actitudes que posee cada integrante del equipo; y para que esto suceda, tenemos que aprender a desarrollar dos habilidades fundamentales: observar y escuchar. A partir de esto, podremos reconocer cuáles son las necesidades de los demás, pero también será necesario generar estrategias para que cada integrante del equipo sume y se integre a la visión compartida.
Si no hay una interacción real entre los miembros, definitivamente no avanzarán en las metas. Cuando Kevin y Max se enfrentaron a aquel grupo de jóvenes que los querían lastimar, tomaron la decisión de unir sus voluntades, por lo que Max cargo a su amigo y este a la vez dirigió el rumbo que tenían que tomar para vencer el problema; a partir de ese instante, ambos comprendieron que juntos podían hacer mucho más que cada uno por su lado.
El trabajo en equipo implica un objetivo de trabajo y una responsabilidad compartida. Kevin y Max tenían muy claro cuál era su papel y cómo tenían que desempeñarlo. Si Max tropezaba, no solo corría el riesgo de caer él, sino que también provocaría que Kevin cayera al suelo y se lastimara; Pero si Kevin no ordenaba sus ideas para dirigir en cada acción a Max, entonces también podían fracasar como equipo.
Jorge Valdano, (entrenador de algunos equipos de futbol soccer de renombre, entre ellos, el Real Madrid), dice que, once jugadores en la cancha se convierten en once poderes cuando estos son integrados por un líder, de no ser así, serán solamente doce voluntades sueltas, sin un objetivo claro. Sin un liderazgo efectivo, no hay integración ni coordinación, de equipo.
“El poderoso” de la película, no es Kevin de forma individual y tampoco lo es Max; el “Poderoso” surge a partir de la integración y compromiso de ambos para recorrer el camino juntos. Kevin guía y orienta a Max para ir definiendo el rumbo, pero Max no se siente manipulado, al contrario, reconoce que el también es pieza fundamental para que todo salga bien. Trabajar en equipo significa reorganizar el trabajo y asumir con compromiso, responsabilidad, el respeto, la parte que a cada quien le toca realizar.
La historia del “Poderoso”, es tan solo un bello ejemplo del alcance que tiene el trabajo en equipo, de la sinergia positiva que se genera a partir de identificar y aprovechar las habilidades y talentos de los demás. Kevin y Max son un modelo de unión y fuerza organizacional. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.
Por Carmen Benavides
Directora de Contenidos TraInn MX
Un tema tan explotado pero frecuentemente ignorado por nuestros egos