Los dos lobos que habitan en ti

La dualidad de las personas o las cosas es lo que hace que nuestro mundo sea maravilloso y a la vez extraño y peligroso, pero gracias a ese dimorfismo hemos evolucionado como personas y sociedad, por ejemplo, tenemos la dicha de conocer la dualidad del día y la noche. El día que nos ofrece amaneces inolvidables, los rayos del sol que nos proporcionan vitalidad, pero que si tomamos en exceso pueden perjudicar nuestra salud, también tenemos la noche que nos ofrece la maravilla de descansar, cerrar los ojos bajo el inmenso firmamento lleno de estrellas acompañado de un silencio arrullador. El día y la noche tienen sus beneficios, pero también sus riesgos cuando no sabemos aprovecharlos de forma correcta.

A través de la paz conocemos la unidad y la hermandad, de esta manera sabemos lo que es vivir sin miedo y tenemos una mejor calidad de vida. Nadie quisiera vivir la guerra, pero es algo natural en el ser humano y nos permite valorar la vida y la paz, trabajar adecuadamente el conflicto propicia un crecimiento personal a partir de la tolerancia y aceptación de las diferencias. Si no aprendemos a trabajar estos polos entonces nuestra vida se convierte en un acto tormentoso. Hay personas que con tal de vivir en paz con los demás permiten que socaven su dignidad y otros que por vivir en guerra pierden su propia identidad y viven con profundo resentimiento.

No existe la felicidad plena, ni la paz perfecta, tampoco la guerra eterna, ni mucho menos el dolor y sufrimiento perpetuo; afortunadamente todo pasa, pero también depende de nosotros sujetar o soltar todo aquello que nos daña y afecta en la salud física y mental. Según la RAE, el dualismo es la doctrina que explica el origen y naturaleza del universo por la acción de dos esencias o principios diversos y contrarios. Existen varios tipos de dualismo, pero en este espacio me enfocaré estrictamente al dualismo personal y en especial a las emociones porque estas gobiernan nuestra vida y aunque nos han dicho que hay emociones negativas que tenemos que erradicar de nuestra vida lo cierto es que, no hay emociones positivas ni negativas, en realidad todas son neutras y depende de nosotros gestionarlas adecuadamente para que aprendamos a tener una vida satisfactoria.  

Al igual que existe el día y la noche, el bien y el mal, la paz y la guerra; también existen la felicidad y la tristeza, el amor y el odio, la amistad y la rivalidad y al contrario de los que nos han dicho durante muchos años, todas las emociones son importantes porque cada una juega un papel primordial en nuestro crecimiento y desarrollo. Seguramente la vida sería muy gris, sin contrastes y las emociones imprimen esa gama de colores que nos permite apreciar cada momento, cada situación y a las personas que nos rodean. 

La tristeza, el miedo, la desesperación, la culpa o el dolor no son emociones malas por sí mismas, pero depende mucho de qué hagamos con ellas en cada circunstancia; por ejemplo, si el día de hoy perdí mi empleo, es natural sentir tristeza, pero si tomo esta emoción como un trampolín para buscar otras oportunidades entonces me daré cuenta de que estoy avanzando aun cuando por el momento esto me cause cierta frustración. Muy diferente es el hecho de que a partir de la tristeza me derrumbe y busque culpables porque de esta forma me victimizo y no me doy la oportunidad de crecer.

Cualquier persona podría pensar que las emociones que tenemos que gestionar son las que tienen que ver con el miedo o el dolor por ejemplo, pero tengo una noticia: “así como debemos gestionar la tristeza, la culpa o la ira, también tendremos que regular la felicidad, la alegría o la bondad porque si están disparadas también nos pueden cegar y llevar a cometer errores inexorables”, por ejemplo, un amor  desbordado nos puede conducir a sobreproteger o encubrir situaciones que pueden afectar a los demás. 

La dualidad en las emociones implica poner atención a nuestras reacciones frente a los acontecimientos de la vida diaria y para ello es fundamental estar conscientes de nuestros alcances y limitaciones como seres humanos; hay una historia que ilustra de forma clara e interesante este dualismo.

Cuenta una antigua leyenda cherokee, que un sabio anciano hablaba durante una noche de luna llena con sus nietosAlrededor de una hoguera, al anciano le gustaba hablar de sus emociones con los niños, y contarles bellas historias que les ayudara a entender nuestros actos.

Esa noche, sus nietos le miraban con mucha atención. El anciano se movía nervioso, aturdido. Y los niños le preguntaron:

– Abuelo, ¿qué te pasa?

Y él contestó:

– Siento como si dos lobos estuvieran peleando dentro de mí, en mi corazón. Uno de ellos es un lobo violento, lleno de rabia, vengativo y envidioso… El otro lobo, sin embargo, es bueno, compasivo, generoso… está lleno de amor.

Los niños se quedaron atónitos. Y después de un largo silencio, preguntaron:

– Abuelo, ¿y quién ganará la pelea?

Y el abuelo contestó:

– Aquel a quien yo alimente.

Esta leyenda nos muestra cómo en cada uno de nosotros impera la dualidad de las emociones. Es así como la felicidad, el miedo, la ira, el amor y la tristeza pueden confabular a favor, si las gestionamos adecuadamente, pero si, por el contrario, están enardecidas, no nos dejarán ver con claridad el camino e impactarán no solo en nuestra salud física y mental sino en nuestra relación con los demás.  Aprendamos a identificar nuestros procesos emocionales, el origen de las emociones y la forma en cómo nos afecta a partir del autoconocimiento. Recuerda, no se trata de controlarlas, sino de identificarlas, canalizarlas y orientarlas correctamente. Tener una vida plena a partir de la gestión de las emociones depende de nosotros, no de los demás. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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