“No seas como Frankenstein”. El valor de la autenticidad.

Vivimos en un mundo complejo en donde la competencia, las oportunidades y las amenazas se convierten en un desafío en todos los rubros de nuestra vida. Los cambios y las nuevas tendencias nos obligan a anticiparnos al futuro a partir de comprender e interpretar todos los fenómenos sociales que nos avisan acerca de las nuevas exigencias en el mercado laboral.

El siglo XXI se ha convertido en semillero de nuevos paradigmas como, por ejemplo, la creatividad, la innovación, el trabajo colaborativo, análisis de datos, resolución de problemas, comunicación efectiva, entre muchos otros, que exigen de cada uno de nosotros, tener una mente abierta al cambio a través nuevas formas de hacer las cosas. El mundo laboral se ha convertido en un campo de batalla en donde es primordial poner en juego las competencias, capacidades y habilidades personales para mantenernos vigentes y junto con los demás, alcanzar los objetivos organizacionales.

Actualmente, la “autenticidad” es reconocida principalmente como un valor que suma y avanza junto con la innovación, la creatividad y la resolución de problemas en el mundo de los negocios. Una persona auténtica es realista y pone los pies en la tierra; se reconoce como un ser inacabado y con grandes posibilidades de seguir creciendo, por lo que, sus ideas o proyectos emergen a partir de su propia forma de interpretar la realidad, proponiendo soluciones o respuestas acordes a las demandas sociales.

En el imaginario social predominan tópicos en donde la autenticidad es vista como un riesgo o peligro para los proyectos en común, pero no olvidemos que las personas que han revolucionado al mundo han sido aquellas que empujaron con mucha fuerza y perseverancia a través de su forma de ver la vida, hacia una profunda transformación en todos los ámbitos de la vida cotidiana. 

Nadie ha dicho que ser auténtico sea una cosa sencilla, al contrario, en esta época es difícil reconocerse y aceptarse, sobre todo cuando caminamos entre una multitud llena de caretas y apariencias. Las TIC y las redes sociales han generado confusión, desaliento y frustración en aquellas personas que buscan ser diferentes y entonces imperceptiblemente estas últimas se suman a esas grandes filas de personas/copia que no han forjado una propia identidad y estilo personal, pues temen el rechazo, la crítica, por lo que gradualmente renuncian a su propia forma de ser y de pensar. Poco a poco se van convirtiendo en un Víctor Frankenstein de la era moderna; porque al igual que ese peculiar personaje ficticio, vamos construyendo una personalidad a partir de copiar otros comportamientos y formas de pensar. Paulatinamente, vamos formando una personalidad que no corresponde a lo que realmente somos y pensamos.

Frankenstein o el moderno Prometeo, es una novela escrita por Mary Shelley y nos cuenta la historia de un científico suizo que se atrevió a retar a la naturaleza, creando un monstruo a partir de distintas partes de cadáveres y de animales que encontraba en los mataderos para dar forma a un cuerpo humano de 2,40 metros de altura, el cual recobró vida a partir de impulsos eléctricos. La criatura se escapa y experimenta la soledad y la hostilidad de los hombres y termina desafiando a su creador.

La historia de esta novela es una verdadera metáfora de lo que estamos viviendo en nuestros tiempos. La imagen que muchas personas están representando no es la del monstruo, sino la del Dr. Frankenstein quien, en su afán de crear algo nuevo, solo logra formar a un ente temido por los demás. Al igual que este afamado cirujano, muchas personas se dedican a copiar y pegar todo aquello que está de moda, sin pensar en las consecuencias de sus actos. La aceptación social se ha convertido en una métrica necesaria para tener cabida en este mundo.

La imitación por sí misma no es mala, porque se convierte en un referente que nos sirve de ejemplo. En el ámbito empresarial es común que muchas organizaciones hagan Benchmarking con el propósito de saber cómo actuar frente a las oportunidades que nos ofrece el mercado. En el ámbito personal es bueno admirar a alguien, porque nos sirve de inspiración para mejorar como seres humanos; pero imitar solo porque tenemos el sentimiento de que no somos nada ni nadie frente a los demás y que necesitamos apoyarnos de la imagen de otras personas, puede ser demasiado agotador y frustrante; definitivamente no es la mejor forma de alcanzar la realización personal.

Las personas que buscan aprobación de los demás para sentirse insertos en un mundo competitivo, gradualmente van perdiendo su esencia, adoptan pensamientos, creencias, y formas de ver la vida que no corresponden a su personalidad y al igual que Frankenstein, va creando a un “fenómeno” que se siente incomprendido y alejado de una vida plena y satisfactoria.

La ventaja de ser auténtico es que, podemos mostrar un carácter genuino que está en equilibrio con lo que pensamos, decimos y hacemos, siendo sencillos y naturales frente a los demás. La autenticidad implica tener una identidad personal en donde el objetivo somos nosotros mismos, nos reconocemos y aceptamos como somos, con mira a un crecimiento personal. 

Las organizaciones inteligentes y abiertas al cambio requieren de colaboradores auténticos que, desde su propia forma de pensar y actuar, aporten ideas novedosas para el logro de los objetivos.  Ser como el Dr. Frankenstein implica un gran riesgo, porque al final del día, nos daremos cuenta de que trabajar en la creación de un ser conformado por fragmentos de otras personalidades solamente nos resta energía e inconformidad, misma que se verá reflejada en nuestro rendimiento y mala relación con los demás. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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