¡Bienvenidos al siglo XXI! Estamos viviendo un cambio de época importante para todos, somos testigos del gran desarrollo científico y tecnológico que impacta en todos los rubros de nuestra vida cotidiana, nos hemos convertido en la sociedad de la conectividad, pues hay tantas suscripciones a teléfonos móviles como habitantes en el mundo. Desde los niños hasta adultos mayores, contamos con un celular que nos acompaña durante el día y la noche; sin duda, nos hemos convertido en la generación smartphone.
El mundo está evolucionando a pasos agigantados, cada día somos testigos y en algunos casos, hasta protagonistas de grandes movimientos sociales, orquestados desde la tecnología y las redes sociales, actualmente, nos resulta familiar escuchar hablar de temas como la equidad de género, inteligencia artificial, la fecundación in vitro, adopción homoparental, la innovación, el lenguaje inclusivo, la inteligencia emocional, la tolerancia, la empatía y los derechos de los niños, adolescentes y mujeres, la eutanasia, entre muchos otros tópicos que están moviendo a la gente a ser más reflexiva respecto de algunas conductas que afectan el desarrollo de una sociedad abierta al cambio.
Nos hemos trasformado en la sociedad de la competitividad, las ventajas comparativas y la creatividad; nuestras mejores armas en un mundo gobernado por las organizaciones inteligentes son las soft skills (habilidades blandas), el espíritu de colaboración, el dominio de las lenguas extranjeras, la inmersión en el uso de las TIC y en general, estamos viviendo el siglo de las personas aprendedoras.
En materia política, se habla de la alternancia, los derechos humanos, la acción colectiva y la seguridad nacional. El discurso político va encaminado a los sectores sociales más vulnerables, con la esperanza de crear un mundo mejor en donde no exista la desigualdad, la injusticia, la corrupción y la inseguridad. Los partidos políticos presentan opciones ideales para mejorar la vida de las personas y cada vez más, se acercan al pueblo con propuestas de bienestar económico y social.
Somos la cultura ciudadana protectora del medio ambiente y hasta compramos artículos que nos garanticen que están elaborados con materiales a base de cartón, fibras vegetales y PLA, o ácido poliláctico. Nos estamos convirtiendo en consumidores ecológicos y nos indigna cualquier ataque cometido contra la naturaleza, incluyendo la violencia hacia los animalitos. Estamos optando por alternativas menos dañinas para el medio ambiente.
Todo lo mencionado anteriormente nos hace pensar que somos testigos de un evolucionismo social sin precedentes, ¿pero realmente es así? ¿Acaso hemos conseguido escalar un nivel más en la consciencia del ser humano? La realidad es que los hechos dicen algo muy diferente a los que políticamente nos han hecho creer; vivimos la época de “la sociedad paradójica”.
Formamos parte de una sociedad contradictoria porque, mientras que hablamos de conectividad, nuestro comportamiento nos demuestra que cada día nos desconectamos de la realidad para vivir una vida virtual, y esto no significa que la tecnología por sí misma sea mala, el verdadero problema radica en que nos hemos metido tanto en el uso de las TIC que hemos perdido la dimensión de lo que es realmente importante. Cada día los accidentes automovilísticos se incrementan gracias a la incapacidad de la gente para dejar el celular mientras maneja; muchos estudiantes no pueden prestar atención a sus maestros porque están manipulando el celular y su vida consiste en estar conectados permanentemente en las redes sociales.
Cada día es más notoria nuestra ausencia en el hogar, la escuela y el trabajo; porque estamos sin estar. Qué ironía, el fin último de las tecnologías fue generar herramientas para optimizar nuestras labores, sin embargo, por falta de una adecuada administración en su uso, las TIC y las redes sociales han propiciado problemas de salud física y mental.
Por otro lado, estamos empeñados en nuestro crecimiento académico y laboral, porque nos han hecho creer que para ser exitosos tenemos que dedicar nuestra vida a la escuela o la empresa para la cual laboramos. Si no somos altamente competitivos, nuestro lugar en las organizaciones siempre será mediocre y, por lo tanto, se cierran las oportunidades de crecimiento profesional. El mercado laboral cada día es más exigente y no nos deja espacio para el crecimiento personal. Estamos enseñando a nuestros niños que primero está el deber con los demás, pero difícilmente los educamos en la espiritualidad y el autoconocimiento. Es por esta razón que miles de niños y jóvenes en el mundo están experimentando ansiedad, depresión y estrés.
En materia política, realmente no estamos aprendiendo nada más que a aplaudir discursos sin fondo ni sustento, no tenemos consciencia electoral y nos hemos olvidado de las instituciones para seguir y halagar a personas sin conocimiento de nuestra realidad como nación. Somos una sociedad cada vez más politizada, estamos atomizados porque cada uno vela por sus propios intereses; hemos dejado de exigir y renunciamos a nuestra libertad de levantar la voz frente a los actos de injuria e injusticia provenientes de quienes nos representan, pero insultamos y violentamos a todo aquel que se atreva a hablar de nuestros políticos favoritos, estamos secuestrados por la ilusión de palabras que endulzan nuestros oídos y de acciones que nos conducen al fracaso social y democrático.
Nos molesta en gran medida que las personas tiren o quemen basura, creemos que la contaminación afecta nuestra vida, pero no dejamos de consumir grandes cantidades de ropa y alimentos que provocan un detrimento en el bolsillo y la salud. Muchos nos indignamos frente a los ataques y abusos contra los animales, pero defendemos la pena de muerte contra los de nuestra propia especie; exigimos respeto y tolerancia, pero queremos obligar a los demás para que piensen igual que nosotros. Demandamos equidad de género, pero con nuestros actos nos convertimos justamente en lo que tanto criticamos.
Definitivamente, nos hemos convertido en una “Sociedad paradójica”, estamos confundidos y necesitamos hacer un alto en el camino, reflexionar y meditar acerca de lo que realmente queremos como personas y como sociedad, porque estamos comprometiendo nuestro presente y futuro. Si queremos que el mundo cambie, primero tenemos que cambiar cada uno de nosotros. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.
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Por Carmen Benavides, Directora de Contenidos trainn mx