El aprendizaje es un proceso por medio del cual modificamos nuestros conocimientos, habilidades y actitudes, a través de la experiencia y de todo lo que captamos en los distintos ámbitos de la vida cotidiana; este aprendizaje comienza desde que somos pequeños, porque vemos en cada día una oportunidad para explorar y conocer nuestro mundo.
Los niños son exploradores natos, siempre están observando, preguntando y haciendo todo aquello que para los adultos resulta obvio y común, sin embargo, para los pequeños es un despertar a nuevos conocimientos y actitudes. Para ellos, se abre una gama de posibilidades para descubrir y entender su entorno; pero ¿entonces por qué cuando somos adultos dejamos de tener esa conducta de explorador? La razón es que, conforme crecemos en edad y experiencia, dejamos de jugar, cuestionar y observar el mundo, porque las obligaciones y responsabilidades nos obligan a asumir un comportamiento serio, dejando atrás actitudes que nos ayudaban descubrir nuevas cosas.
Actualmente vivimos en un mundo en donde tenemos mucha información al alcance, pero poca comprensión de los hechos, cada día nos familiarizamos con entornos tecnológicos, pero nos distanciamos de la realidad circundante; por lo que, para un aprendedor permanente es fundamental retornar a todas aquellas actitudes que en su infancia lo hicieron descubrir nuevas experiencias. Muchos aseguran que con el paso de los años nos vamos haciendo renuentes y rebeldes frente a la posibilidad de aprender cosas nuevas; pero quizás lo único que hace falta es desempolvar la conducta de explorador y poner manos a la obra.
¿Qué es lo que propicia que un niño, joven o adulto conecte con nuevos aprendizajes y conocimientos? Son muchos factores, entre ellos, la personalidad, la familia, la escuela y el entorno, sin embargo, se requiere de tres actitudes esenciales para cambiar y transformar nuestra forma de aprender y de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. A continuación, se mencionan tres actitudes de un aprendedor permanente:
- Actitud de curiosidad: Según Leonardo Da Vinci, uno de los principios básicos para aprender es la “curiosita” es decir, la insaciable curiosidad que nos lleva a descubrir lo inimaginable. Da Vinci fue un genio que nunca paró de hacerse preguntas, mismas que lo acercaban a todo aquello que quería conocer. La curiosidad es el principio de una aventura sin fin. Cuando somos niños, nuestro primer contacto con las cosas es a través de la curiosidad, de la necesidad imperante de saber que hay más allá de lo que normalmente vemos, escuchamos y sentimos. Sin la curiosidad, el hombre jamás habría pisado la luna y tampoco tendríamos los avances tecnológicos que nos facilitan la existencia. Todos nacemos siendo curiosos, y seguimos siéndolo, solamente que muchas veces esta actitud permanece dormida y es necesario despertarla para seguir aprendiendo de manera significativa.
- Actitud de Asombro: Cuando centramos nuestra atención en algo o alguien, podemos encontrar atributos o características que despiertan asombro o sorpresa en nuestro ser. Cada día, se convierte en una oportunidad para salir de nuestro caparazón y fijar la atención en todo aquello que siempre había estado, pero que ahora podemos verlo o escucharlo desde su belleza para interiorizarlo y disfrutar la oportunidad de estar en el aquí y ahora. La vía principal para cultivar la actitud de asombro es la “observación”. Así que la próxima vez que mires un amanecer, una noche estrellada o escuches el sonido de la lluvia, no dejes de asombrarte por los hermosos obsequios que la naturaleza nos ofrece.
- La actitud de interés: Los niños siempre buscan la profundidad de las cosas, no se detienen hasta que encuentran el porqué de los acontecimientos, no paran hasta que hallan respuesta a sus dudas. Los adultos, a veces nos privamos de ahondar en aquello que nos interesa, pensamos que las cosas son como son y dejamos de cuestionar. El ser humano ha logrado avanzar gracias a que en su interior despierta un interés genuino por aprender y conocer nuevas cosas y experiencias. Tener interés en todo aquello que nos rodea nos convierte en “exploradores” y al igual que un cazatesoros, siempre buscará los medios y recursos para encontrar lo que busca.
Cada uno de nosotros se puede convertir en el mejor explorador del mundo, solamente necesitamos conectar con nuestro interior y seguir desarrollando las actitudes de curiosidad, asombro e interés, para aplicarlas en la vida cotidiana. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.
Por Carmen Benavides, Directora de Contenidos trainn mx
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