Vivimos inmersos en la era de la tecnología y las redes sociales, en un mundo digitalizado que ya no conoce fronteras; la revolución digital ha transformado la esencia de la sociedad. A través de un clic podemos acceder a lo inimaginable; conectar con personas de otros países, conocer culturas, costumbres y tradiciones de lugares al otro lado del mundo, aprender idiomas, visitar páginas, blogs, canales, y todo esto desde un ordenador o teléfono inteligente; nunca la sociedad había estado tan hiperconectada, 150 veces al día desbloqueamos el celular, es decir, una vez cada 6 minutos. Es sorprendente el impacto que ha tenido el paradigma digital en los últimos tiempos.
Las redes sociales se han convertido en el espacio predilecto de los niños y los jóvenes, aunque los adultos no menospreciamos la relevancia de estas en nuestra vida cotidiana. Estamos atrapados en estos espacios, quizás por entretenimiento o cuestiones laborales, pero una realidad es que casi todos recurrimos a las redes sociales con algún propósito.
En los últimos años, las redes sociales se han convertido en el ágora digital por excelencia. Según la RAE la palabra “ágora” designa la plaza pública en las antiguas ciudades griegas a donde los ciudadanos se reunían para discutir temas de interés. El ágora era el centro de la vida social, política y comercial de la ciudad. En este recinto tenían lugar acontecimientos de todo tipo: debates políticos, elecciones, celebraciones religiosas, actividades mercantiles, actuaciones teatrales, competiciones atléticas, etc. De hecho, fue el lugar escogido por Sócrates para filosofar o por el apóstol Pablo para predicar sobre el cristianismo.
Actualmente, las redes sociales se han convertido en el “ágora” predilecto para opinar, expresar posturas políticas y religiosas, postear temas educativos, científicos, tecnológicos e incluso para marcar tendencia en temas de actualidad, incluyendo los famosos memes. De acuerdo con los datos proporcionados por Statista Research Department en enero del 2022, la red social con mayor porcentaje de usuarios en México es WhatsApp con el 94.3%, le sigue Facebook con 93.3%, Facebook Messenger 80.5%, Instagram 79.1%, TikTok 70.4%, Twitter 56% y la lista sigue hasta llegar a Tumbir con el 8.4%. La misma fuente reporta que casi el 30% de los usuarios de redes sociales en México son mujeres y hombres de entre 25 y 34 años de edad. La población mayor de 65 años representó menos del 4% de los usuarios de redes sociales en el país durante ese periodo. Se puede apreciar que mientras más joven es una persona, mayor será la cantidad de horas que pasa en las redes sociales.
Todo lo anterior nos deja claro que las redes sociales están teniendo presencia e impacto en la vida personal y colectiva de las personas. Cada día existen millones de publicaciones que revelan la personalidad, gustos, aficiones, frustraciones e incluso actitudes narcisistas disfuncionales de los usuarios. Las redes sociales nos proporcionan información, pero también a través de ellas hemos trasformado nuestra vida al grado de convertirnos en víctimas, pero también agresores de los demás. Existe una manipulación sutil y constante; cada like se transforma en un bucle de retroalimentación de validación social.
El ágora digital deja al descubierto muchos problemas que están relacionados con la falta de empatía, un debate público sin argumento y agresivo de los usuarios que se esconden detrás de una pantalla, afirmaciones engañosas donde cada uno de nosotros puede estar involucrado involuntariamente y a la luz comportamientos cargados de resentimiento o venganza. Pero además añade presión social, razón por la que es común ver una modificación de conducta principalmente entre los más jóvenes. El empleo indebido de estos espacios “públicos” nos alejan de la cooperación y nos acercan a una guerra de egos y expresión de sentimientos ocultos a través de los contenidos compartidos.
La gran diferencia entre el ágora de la época antigua y la digital es que, en el primero las personas tenían la oportunidad de estar cara a cara, sabían a quién o quiénes tenían en frente, todo lo que deliberaban mantenía conexión con el contexto y los señalamientos tenían cara y nombre. Ahora, las redes sociales están invadidas por bots, amigos falsos, vandalismo social e invisible, los usuarios opinamos y expresamos ideas detrás de una pantalla, tenemos la posibilidad de ver sin ser vistos (panóptica) y gran parte de lo que se dice carece de contexto, socavando la verdad y poniendo en riesgo la imagen y posición social de los demás. Existe opacidad, polarización y conformación de verdaderas hordas digitales dispuestas a transgredir a todo aquel cuyo pensamiento difiera del resto. Generamos teorías en nuestra mente al margen de todo raciocinio, y cada día se impone más el “parecer que el ser” negando nuestra vulnerabilidad como seres humanos.
Entonces, ¿Todo es malo en el ágora digital? La respuesta es “NO”; hay que recordar que la tecnología y las redes sociales no son malas por sí mismas; todo acto de maldad y mezquindad lo imprimimos los usuarios a través de actos perniciosos que trascienden fronteras a través de sus cuentas. No se trata de mostrarse inflexible frente a estos canales de comunicación, porque hay que reconocer que pueden ser una excelente herramienta para potenciar nuestra imagen personal o corporativa. Más de una vez nos encontramos con páginas, blogs o canales que nos proporcionan información apoyada en fuentes fidedignas, inclusive con bases científicas.
No tenemos que huir de las redes sociales, porque si sabemos administrarlas adecuadamente nos pueden reportar grandes beneficios. Hoy en día, el ágora digital constituye una oportunidad para llegar a distintos nichos en el mercado y también para compartir contenidos con valor empresarial y académico. Las redes sociales no están peleadas con la diversión y el entretenimiento, tampoco tiene que perder su carácter comunitario, pero recordemos que nosotros somos el “producto” y, por lo tanto, tenemos que ser muy cuidadosos con lo que compartimos.
Antes de conectarnos recordemos que somos lobos digitales y por consiguiente podemos elegir dos caminos; el modo manada o modo solitario. Si elegimos “modo manada” entonces perderemos nuestra individualidad para seguir de forma inconsciente e irreflexiva a un grupo de personas que buscan aceptación social a costa del daño irreversible hacia los demás o también podemos actuar en “modo solitario” en donde nos obligamos a establecer contacto con la realidad, analizamos e interactuamos de forma inteligente con nuestros conocidos y amigos en las redes sociales. El ágora digital puede ser una oportunidad o una amenaza, depende de la forma en cómo decidas gestionarlo. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado. Contáctanos.