¿Qué es mejor, “ser amado o temido”? Un acercamiento al liderazgo situacional.

Desde tiempos milenarios el liderazgo se ha manifestado en las sociedades humanas a través de grandes reyes, faraones, guerreros, etc; quienes gracias a sus acciones y logros trascendieron en el tiempo y el espacio. Gracias al liderazgo, las comunidades antiguas lograron edificar grandes construcciones, trazaron enormes ciudades e hicieron brillantes aportaciones a las generaciones futuras.

Cada época ha sido marcada por distintos estilos de liderazgo, mismos que en su momento definieron el rumbo de las organizaciones. Mucho se ha escrito al respecto y aun en pleno siglo XXI hay infinidad de estudios que sugieren nuevos modelos y estilos de liderazgo a la luz de las tendencias sociales y variables de orden económico, tecnológico y empresarial.

Los primeros estudios formales que se hicieron en torno al tema de liderazgo surgieron a finales del siglo XIX, a principios del siglo XX aparecen las denominadas “Teorías de los rasgos” que ubican al líder con base en su personalidad humana y, por tanto, de su comportamiento, pensamiento y emoción. 

Pero si escudriñamos en el pasado, específicamente en la época renacentista, encontramos una obra escrita por Nicolas Maquiavelo, quien fuera escritor, diplomático y filósofo político italiano de la época. “El príncipe” es una obra dirigida a Lorenzo de Médici, conocido como ‘el Magnífico’, a quien Maquiavelo explica cómo actuar y qué hacer para unificar a Italia y sacarla de la crisis en que se encuentra.  Aunque fue escrita en 1513, durante el confinamiento de Maquiavelo en San Casciano, a causa de las acusaciones que sobre él pesaban por estar señalado de conspirar contra los Médici, no sería sino hasta 1531 cuando de forma póstuma saldría a la luz. Algunos aseguran que el libro no fue otra cosa más que una respuesta a dicha acusación.

Maquiavelo aborda algunos temas como los distintos principados que existen y la forma en que se adquieren, de qué modo hay que gobernar los principados, como se miden las fuerzas de los principados, la avaricia, entre muchos otros más, sin embargo, llama la atención el capítulo “De la crueldad y la clemencia”, ya que en este plantea el siguiente juicio: “Es mejor ser amado que temido o ser temido que amado”

Sin duda, el planteamiento anterior es por demás interesante y a simple vista parece que la respuesta es sencilla, aunque en realidad no lo es, porque para responder a este principio debemos tomar en cuenta las condiciones y particularidades de cada organización. En la historia de la humanidad han existido líderes de todo tipo, desde el autocrático, que impone, controla y desafía con un comportamiento rígido sin dar margen a las decisiones y creatividad de los demás, hasta el líder democrático, que toma en cuenta la participación de sus colaboradores a través de una escucha activa, mediante la delegación de responsabilidades y en un ambiente de empatía. Pero si estos tipos de liderazgo han sido funcionales hasta nuestra época, entonces cabe la siguiente pregunta ¿El tipo de liderazgo está en función de los atributos personales del líder o del contexto en el que es ejercido ese liderazgo?

Sin temor a equivocarnos podemos decir que influyen las dos condiciones. Por un lado; la personalidad, preparación académica, expertise, características generacionales e incluso hasta la historia de vida de quien lidera a un grupo, puede influir significativamente en la forma en cómo guía a los demás. Sin embargo, el contexto, entendido como “conjunto de circunstancias que rodean una situación” es muy importante para analizar y comprender el comportamiento, la toma de decisiones y motivaciones de quienes van a la cabeza de las organizaciones. 

Resulta absurdo “comparar” un liderazgo ejercido durante la edad antigua o la edad media con otro desempañado en pleno siglo XXI; ya que factores como la época, el sistema político, la tecnología, la cultura, los recursos y la forma de pensar modifican totalmente la actuación y el desempeño de los líderes. Por ejemplo, el liderazgo ejercido durante la época de Maquiavelo se imponía a fuerza de un sistema político en donde imperaba la dominación y discrecionalidad en la toma de decisiones de todo aquel que” lideraba” a una comunidad. Actualmente, el liderazgo está sujeto a una sociedad hiperconectada, en donde internet y las redes sociales juegan un papel predominante, por lo que el papel del líder es cuestionado ya no solo por quienes forman parte de la corporación, sino por toda una sociedad que señala o juzga la actuación de quien dirige una empresa sea pública o privada; es decir, el liderazgo trasciende los muros visibles e invisibles de la organización.

El planteamiento que hace Maquiavelo, lejos de cuestionar si hay buenos o malos líderes; tiene que ver con el tipo de comportamiento que estos deben asumir frente a determinados grupos sociales. En este sentido, es arriesgado elegir una sola postura, no siempre se puede ser temido, tampoco amado. Imperan una serie de componentes que hacen de cada organización una unidad con sus propias fortalezas y amenazas. De ahí la importancia de analizar la estructura organizacional, así como la cultura y el comportamiento de los grupos, porque independientemente del tipo de líder, es fundamental comprender la situación por la que atraviesa la empresa frente a las adversidades del entorno.

El liderazgo situacional es un estilo que se basa en mantener un equilibrio entre dos tipos de comportamiento para adaptarse al nivel de desarrollo del equipo de trabajo. No se trata de tener posturas contradictorias que afecten o confundan a los colaboradores, sino que cada conducta tendrá que ver con el ritmo de trabajo, la cultura, grado de comunicación y compromiso de los colaboradores, entre otros aspectos. En este tipo de liderazgo, ¿de qué depende que un líder sea amado o temido por sus colaboradores? Existen muchos factores, pero son tres los que determinan que un líder situacional sea amado o temido:

  1. La confianza: Es un factor determinante para mantener una buena relación y guiar a los grupos hacia el cumplimiento de los propósitos organizacionales. Recordemos que actualmente la confianza es volátil, por lo que el líder debe tener la pericia y buscar estrategias que lo acerquen al logro del objetivo, aun en condiciones de incertidumbre.
  2. Ubicar a los colaboradores en la realidad: Es importante que el líder mantenga informados a los colaboradores respecto de lo que está sucediendo dentro y fuera de la organización para que vean las cosas sin idealizarlas y de esta forma se minimice la posibilidad de sorpresas inesperadas que afecten al equipo de trabajo.
  3. Danzar con los cambios”: Es decir, el líder situacional debe tener la visión para articular las distintas realidades que imperan en una organización y en el entorno para acomodar el proceso de cambio, buscando que sea benéfico o por lo menos, que tenga los mínimos efectos adversos para todos.

El ser amado o temido depende de la forma en cómo nos desenvolvemos frente a los demás, y en los dos casos hay ventajas y desventajas, pero lo más importante es asumir un liderazgo de acuerdo con las circunstancias y en modo de adaptabilidad con el mundo que impera actualmente. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado. Contáctanos.

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