“El camino a Ítaca”. El hermoso precio de vivir.

¿Quién no recuerda la maravillosa obra de Homero titulada “La Odisea”? Es un poema épico que narra las aventuras de Odiseo, también conocido como Ulises, en su viaje de regreso a su patria, Ítaca, mismo que comienza una vez que ha concluido la guerra de Troya.  Ulises añora estar pronto en su casa, pues ha estado lejos de su esposa Penélope y su hijo Telémaco por veinte años. 

La vida no es sencilla, Ulises se enfrenta a la furia de Poseidón, recorre el camino entre aventuras y experiencias, se enfrenta a gigantes feroces y lugares inhóspitos, tropieza, cae y toma aire para levantarse y seguir avanzando. Pide ayuda, enfrenta vicisitudes, a veces piensa que no saldrá de esos sitios que tantas sorpresas y amenazas le deparan. Mira hacia el horizonte y piensa si acaso algún día podrá reencontrarse con su amada familia; porque a pesar de que el camino se vuelve difícil, la brújula de su mente tiene bien definido el rumbo.

Penélope y Telémaco desean que Ulises regrese con bien, ambos están enfrentando dificultades; Penélope está siendo asediada por muchos pretendientes, pero ella es muy inteligente y para eludir la decisión de aceptar a alguno, les dice que elegirá cuando termine de tejer un sudario. Lo que se le ocurrió fue tejer de día y deshacer de noche, así lo hizo hasta que su esposo regresó a casa. Por su parte, Telémaco busca consejo para salir a buscar y traer a su padre, comenzando de esta manera su propia aventura. 

Pasa el tiempo, y por fin, un día cualquiera, Ulises regresa a Ítaca, se reencuentra con los suyos, elimina a los pretendientes de su esposa y recobra su reino.

Nuestra vida se parece mucho a la de Ulises y su familia, a veces nos perdemos frente a las dificultades o adversidades, tenemos que recorrer grandes distancias para encontrar lo que tanto anhelamos, a un ser querido, un trabajo e incluso hasta nuestra propia paz interior y aunque cada problema representa un reto, a veces nos cansamos y preguntamos ¿por qué me pasa esto? ¿Qué estoy pagando como para que me vaya tan mal? ¿Acaso, todos sentirán este dolor y sufrimiento que asfixia y quita las ganas de vivir?; pero la experiencia nos enseña que nos somos los únicos que soportamos una enfermedad, el desempleo, la injusticia, la carencia, el desamor y la incertidumbre porque cuando volteamos a ver a los demás, nos damos cuenta de que, todos en este mundo recorremos nuestro propio camino hacia Ítaca. 

El camino a Ítaca representa distintas experiencias para los seres humanos. Para algunos, el camino se torna difícil, áspero y enmarañado desde el nacimiento hasta la edad adulta. Para otros, el camino ha sido preparado por sus antecesores, razón por la que probablemente el viaje resulte un poco más cómodo, pero no sencillo. 

En cualquiera de los dos casos, siempre tendremos que cargar con una maleta a cuestas, cargada de problemas, enfermedades, angustias, penas, dolor y sufrimiento, nadie está exento de ello, pero aun con esta carga física y emocional podemos decidir seguir adelante y enfrentar los “fantasmas” del pasado, las “dificultades” del presente y la “incertidumbre” del futuro. No sirve de mucho, quedarse quieto mientras los demás avanzan porque, también en el cansancio, la tristeza y el miedo está la fuente de donde emana la fuerza para tomar aliento y seguir mirando hacia adelante. 

Ítaca es el sitio a donde todos queremos llegar, pero qué mejor que lo hagamos disfrutando del camino y de la emoción y alegría que entraña el hecho de saber que, aun cuando el camino no es lineal ni parejo, tenemos las agallas de cruzar gradualmente esos senderos empinados, resbalosos y con baches. 

El camino para llegar a Ítaca nos puede llevar años y al igual que Ulises, algunas veces nos tocará ir acompañados por nuestra familia, nuestra pareja o por los amigos; pero en otras ocasiones, caminaremos solos. No todas las personas serán una buena compañía, algunas te harán dudar de tu potencial para salir adelante, varios querrán distraerte y desviarte de tus metas, y otros más te abandonarán cuando más necesites de su acompañamiento; pero nada está perdido si caminas con paso firme hacia Ítaca. 

Todas las personas que se atravesaron en tu camino te aportaran una enseñanza, y sabrás entonces que, “con, sin o a pesar de ellos”, la única persona que puede influir en ti para seguir adelante o rendirte a medio camino “eres tú”, porque ya lo dijo William James “Eres tú, con tu forma de hablarte cuando te caes el que determina si te caes en un bache o en una tumba”.

El camino a Ítaca no es fácil, pero es hermoso e impredecible, a veces nos tocará caminar entre un sendero lleno de flores, árboles y un bello paisaje que nos harán sentir felicidad y plenitud, nos sentiremos invencibles y poderosos para desafiar cualquier obstáculo; pero en otras ocasiones, nuestro camino se verá amenazado por la tormenta, entonces pensaremos que no somos lo suficientemente fuertes para enfrentar los momentos de oscuridad, pero ¿te digo algo? No te detengas porque todo pasa, después de la tormenta viene la calma y después de la euforia vienen nuevos retos.

El camino es una oportunidad para crecer, vivir y agradecer cada instante; en tanto que, Ítaca es el premio por ser constantes y caminar con fe, esperanza y alegría. Si no caminas, ¿Cómo sabrás hasta dónde eres capaz llegar? Hay un poema muy hermoso, escrito por Antonio Machado, y que en una de sus estrofas dice:

Caminante, son tus huellas, 

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Así que avancemos, recorramos el camino con la fe puesta en que, Ítaca cada día está más cerca y que algún día estaremos celebrando el haber llegado ahí. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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