“Hay tiempo de vacas gordas y vacas flacas”, hoy es tiempo de cuidar las que quedan vivas

Vivimos tiempos difíciles; las crisis económicas, políticas, sociales y personales han sido una constante en la historia de la humanidad porque la vida no es lineal, es un proceso que implica altas y bajas, absolutamente todos hemos pasado por situaciones complicadas que incluso llegan a poner en peligro nuestra salud física y mental. 

En el ámbito económico, todos hemos tenido que pasar o eventualmente pasaremos por ciclos de abundancia como de carencia; a estos dos momentos se les conoce como “tiempo de vacas gordas y vacas flacas”. Las vacas gordas representan períodos de bonanza y las vacas flacas simbolizan la escasez. 

El tiempo de vacas gordas y vacas flacas hace alusión a una historia bíblica registrada en el libro del Génesis, donde cuenta la vida de José el soñador, un joven hebreo vendido como esclavo por sus hermanos y hecho preso por una difamación de la esposa de Potifar, quien era el capitán de la guardia del Faraón. Un día el monarca tuvo una pesadilla, y Potifar se acordó de mencionar a José, quien inmediatamente fue traído ante la presencia del Faraón, quien le narro su sueño: “Soñé que 7 vacas gruesas comían pasto a la orilla del río, cuando de repente 7 vacas famélicas suben y las devoran. Hubo otra parte del mismo sueño en la cual representa básicamente lo mismo, pero utilizando las figuras de las espigas. José reveló al Faraón que su sueño anunciaba siete años de abundancia, justo antes de una hambruna que también duraría siete años. Él le sugirió al Faraón que considerara el futuro, y que almacenara grano en preparación para la hambruna prevista siete años después. La interpretación del sueño, combinada con el sabio consejo que recibió, causó una gran impresión en el Faraón, quien decidió poner a José como segundo al mando en Egipto. José supervisaría el almacenamiento de granos, en preparación para la gran hambruna que se avecinaba. A sus treinta años de edad, José había ascendido a la segunda posición más poderosa en la tierra.

Esta gran historia nos deja varias enseñanzas, sin embargo, la más importante tiene que ver con la imperiosa necesidad de tener un “Plan de contingencia” traducido en un “ahorro personal”, para enfrentar situaciones de riesgo. Un hecho es que, la mayor parte del tiempo, estamos confiados en que gozamos de buena salud, trabajo y estabilidad económica, pero también podemos vivir tiempos de incertidumbre y nadie nos garantiza que el día de mañana nuestras condiciones sigan siendo favorables. La vida nos presenta retos traducidos en enfermedades, accidentes, desempleo, mudanzas imprevistas, la muerte de un ser querido, asuntos de carácter legal y muchas otras situaciones que exigen de nosotros tiempo, dinero y esfuerzo, razón por la cual, siempre tenemos que contar con un plan de ahorro que nos permita hacer frente a esas dificultades. 

Un plan de contingencia como el ahorro personal requiere de un objetivo claro y preciso. Ahorrar en estos tiempos representa un desafío, sobre todo si nuestros ingresos son bajos y los gastos son fuertes, pero la idea de organizar un plan radica precisamente en comenzar gradualmente hasta crear un hábito sostenible en el tiempo. 

En tiempo de vacas gordas destinaremos más dinero para nuestro ahorro, muchas personas guardan entre un 5% hasta 10% de sus ingresos, pero no es una regla general, en realidad podemos ajustarnos a nuestras necesidades, lo recomendable es ir abonando a una cuenta de ahorro para evitar la tentación de tomar ese dinero en cualquier momento. Si tenemos deudas hay que hacer un esfuerzo por pagarlas rápidamente, ya que, el postergar el pago puede afectar considerablemente nuestra economía en situaciones críticas. Es recomendable comprar a granel artículos no perecederos, obviamente aquellos que realmente necesitamos. Aún en tiempo de vacas gordas es necesario llevar un “libro de cuentas para la economía doméstica” (Método Kakebo) y gastar de manera consciente para garantizar un equilibrio y calma en todas las áreas de nuestra vida porque, aunque escuchemos decir que el dinero no da la felicidad, la verdad es que contar con un ahorro personal nos evitará grandes dolores de cabeza.

En tiempos de crisis las vacas están flacas, por lo que es necesario que hagamos ajustes en nuestro bolsillo, mantengamos el ánimo y no perdamos el hábito de guardar algo de dinero para condiciones imprevistas. En momentos así, podemos administrar adecuadamente los productos no perecederos, no malgastar o despilfarrar nuestros ingresos y generar estrategias de austeridad sin sacrificar nuestra alimentación y salud.

Por otra parte, habrá momentos en que tendremos que cuidar las vacas que nos quedan, es decir, aun en condiciones de crisis, debemos evitar utilizar nuestros ahorros en gastos innecesarios, y de ser posible, podemos hacer un ahorro a pequeña escala, por ejemplo ir guardando los cambios; y para ello, cada día podemos sacar de nuestra cartera o bolso aquellas monedas sueltas  y depositarlas en un frasco o alcancía, con el paso del tiempo se juntará una cantidad importante que podremos utilizar para aquello que necesitamos o simplemente para un gustito personal.

Recordemos que la decisión de tener un plan de ahorro es al ritmo de los tiempos de vacas gordas y vacas flacas, minimizando el riesgo y actuar de forma prudente ante las eventualidades que se puedan presentar. Y tú, ¿ya cuentas con un plan de ahorro personal? Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado. Contáctanos.

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