“Dieta digital”. La forma de conectar con uno mismo.

El mundo de las comunicaciones ha transformado nuestra realidad, las noticias corren como polvora, ya nada permanece oculto y las redes sociales se han convertido en nuestras mejores aliadas para hablar e interactuar con los demás. La hipercomunicación ha superado todas las fronteras; las personas y las empresas nos hemos subido al tren del cambio permanente; cada día enviamos y recibimos decenas de mensajes desde nuestro celular. 

El Internet ha revolucionado al mundo y se ha convertido en la caja de pandora del siglo XXI. Esta herramienta virtual ha impulsado a las organizaciones para mejorar sus estrategias y prácticas comerciales. Las escuelas no son la excepción, de hecho, gracias a las TIC, los procesos educativos abren un sinfín de oportunidades para el aprendizaje. El Internet ha modificado nuestra forma de vivir y de interpretar el entorno.

De acuerdo con las estadísticas, diariamente, a nivel global,se envían alrededor de 100 mil millones de mensajes y recibimos entre 3,000 y 5,000 mensajes publicitarios. Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, YouTube entre muchas otras redes sociales, están presentes en nuestro quehacer cotidiano.  Cada uno de nosotros está familiarizado con estas redes sociales porque las utilizamos en el hogar, la escuela y el trabajo.  

Seamos o no nativos digitales, nuestras actividades siempre están relacionadas con el uso de la tecnología y de las redes sociales; la influencia de estas en nuestra vida es determinante y no podemos negar que es difícil prescindir de estos servicios. La sociedad del conocimiento y la información se caracteriza por hacer uso de las tecnologías y potenciar el crecimiento y desarrollo de los grupos humanos. El mundo globalizado ha generado aperturas no solo de orden comercial, sino que también ha permitido la internacionalización y mundialización de la cultura y las megatendencias sociales como fuerzas capaces de transformar realidades a partir del uso de las TIC.

Vivimos conectados 24/7, hablamos, chateamos, enviamos correos electrónicos, promovemos, y transferimos información todo el tiempo. Nuestros hábitos se han modificado porque comemos, dormimos y convivimos conectados a la red. Hemos creado comunidades virtuales que nos han acercado con personas que no conocemos físicamente y tenemos acceso a información que en otros tiempos estaban reservados para un sector en específico. 

La hiperconectividad es signo inequívoco de información, velocidad e inmediatez, pero también de sobrecarga informativa, vivimos la época de la infobesidad en donde tanta información nos abruma y provoca en cada uno de nosotros efectos disfuncionales. No todo lo que brilla es oro, y la otra cara del mundo tecnológico puede resultar altamente nociva para la salud física y mental. El uso abusivo de la tecnología está generando trastornos como el insomnio, la ansiedad, problemas visuales e incluso dolores musculares. La “nomofobia” (adicción por el teléfono móvil) es cada vez más común entre los niños y jóvenes y se está presentando como un problema de adicción a nivel mundial; hemos llegado a tal punto que el 53% de los usuarios de smartphones sufre ansiedad cuando se quedan sin batería o lo pierden. Estamos frente a un verdadero problema de salud pública. 

Gran parte de nuestro tiempo lo empleamos en el uso de las tecnologías, razón por la cual, gradualmente, hemos ido perdiendo la tranquilidad. Entonces, ¿cómo podemos proteger nuestra salud y estabilidad emocional en un mundo digitalizado? Una realidad es que, es complicado mantenerse al margen de las condiciones tecnológicas actuales, somos parte de este escenario y no podemos huir de él, pero  podemos conseguir con esfuerzo y voluntad hacer una “dieta digital” y algunas estrategias para lograrlo son:

  1. Apagar nuestro dispositivo o mantenerlo en modo avión, con la finalidad de avanzar en nuestras actividades esenciales y responder llamadas o mensajes realmente importantes. 
  2. Eliminar aquellas aplicaciones que nos demanden tiempo y atención que no tengan que ver con nuestras tareas académicas o laborales. 
  3. Avisar a nuestros familiares y amigos que estaremos desconectados por un determinado tiempo.
  4. Dejar el cargador en casa, y ser conscientes de que entre menos utilicemos el móvil, la batería se mantendrá cargada. Esto no es imposible, hace muchos años, no teníamos celular y podíamos salir a la calle sin ningún problema. 
  5. Utilizar de forma física aquellos recursos que nos permitan olvidarnos del móvil; por ejemplo, un despertador analógico o digital, lo cual nos posibilita apagar el celular durante la noche y disminuir la ansiedad. 
  6. Establecer reglas claras de convivencia en el hogar, la escuela o el trabajo sin el uso del celular durante determinadas actividades.  

Dejar la tecnología a un lado puede reportar grandes beneficios para todos, porque además de manejar el autocontrol, nos permite descansar la mente, administrar nuestro tiempo y enriquecer la comunicación con los demás. No es necesario vivir aislados del mundo, basta con que seamos conscientes de que desconectarnos de vez en cuando nos ayudará a conectar con nosotros mismos. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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