El arte de reparar lo que se ha descompuesto

Vivimos la era de lo desechable, la sociedad de la practicidad, en donde un celular o una computadora se convierten en objetos obsoletos en menos de dos años, el impacto de la moda rápida ha generado que algunas tendencias desaparezcan en cuestión de semanas y lo mismo aplica para aquellos productos de uso personal. El mundo se está convirtiendo en un gran basurero y el ecosistema no tiene respuesta rápida para depurar todo lo que estamos desechando.

Resulta alarmante ver cómo estamos ahogando nuestro planeta con basura y materiales tóxicos que tardan en desgradarse hasta cientos de años; es lamentable que, en el afán de poseer y disfrutar temporalmente de las cosas, ignoramos el daño irreparable que le estamos causando a nuestro hábitat. No estamos pensando en el bienestar de las futuras generaciones, el placer temporal por poseer muchas cosas nos está generando grandes problemas a nivel personal, social y ambiental. Mucho se habla de la cultura del reciclaje como una solución frente a los grandes problemas que nos aquejan, pero nuestro comportamiento consumista sigue frenando las buenas intenciones por mejorar nuestro ambiente. 

Aunado a lo anterior, la cultura de lo desechable ha permeado a la sociedad, no solamente en lo material, sino que también tiene presencia en las relaciones humanas. Hace un par de décadas los especialistas en temas de comportamiento humano ya hablaban de una sociedad hedonista cuyo concepto de bienestar y crecimiento personal está basado en una idea de placer momentáneo. Enrique Rojas (Psiquiatra español) emplea la expresión del “hombre light” para referirse a un nuevo tipo de ser humano materialista cuya única meta es consumir cosas y “probar experiencias” a través de establecer relaciones temporales con los demás. 

Como humanidad, no estamos viviendo el mejor de los momentos, pues el placer temporal por las cosas y la idea de que también las personas son desechables, están propiciando que la gente busque placeres pasajeros y se olvide que crear relaciones sanas y duraderas. No es exageración, cada vez hay más personas en el mundo, sobre todo jóvenes, que están en busca de “hombres y mujeres de alto valor”, queriendo decir con ello que, su interés máximo radica en que esa persona tenga valores, metas y expectativas similares a los suyos, sin embargo, al momento de elegir a sus amigos o parejas, lo hacen buscando que esos hombres o mujeres tengan determinada apariencia física, cierta condición económica o académica y que le asegure un buen estatus social. 

Hemos llegado a tal punto que, ya no queremos luchar por una relación porque las nuevas tendencias, modas o costumbres e incluso las redes sociales nos dicen que allá afuera hay más personas por conocer, con experiencias diferentes, así que no es necesario luchar por una persona cuando puedes tener a tus pies a infinidad de hombres o mujeres que te garantizan una mejor compañía.

Cada vez es más difícil conocer a personas comprometidas, que sean parte de la solución y no del problema; esta situación se vive en todos los ámbitos de la vida social, ahora son muy pocas las personas que están dispuestas a dialogar y corregir aquello que están haciendo mal y que afecta la relación ya sea de pareja, amistad, aun las relaciones laborales. La gente se autoengaña creyendo que es más fácil soltar que hablar y resolver los problemas a partir de una comunicación abierta, libre de violencia y con una gran dosis de empatía. 

Vivimos tiempos difíciles porque la gente ya no está dispuesta a arreglar las cosas y esto no significa que tengamos que soportar maltrato o situaciones que son incompatibles con nuestros valores o forma de ver la vida, pero cuando la relación tiene como base el respeto y la confianza, vale la pena poner en una balanza todo lo bueno que hemos vivido y que nos ha hecho creer en el verdadero amor o amistad. No podemos ni debemos ir por la vida como si una relación fuera algo desechable y que podemos aventar a la basura cada vez que queramos. 

Estamos invadiendo nuestro planeta de mucha basura, no solamente material sino también de orden emocional y eso está dañando mucho a las personas, porque estamos aprendiendo que, así como podemos poseer y disfrutar temporalmente de las cosas, también podemos hacerlo con las personas, y lo único que evidenciamos con este comportamiento es falta de madurez y de responsabilidad afectiva. Este tipo de comportamiento nos convierte en personas frágiles y vulnerables.  

Si queremos salvar el mundo y con ello a la humanidad, tenemos que empezar por reparar el daño que ocasionamos a través de nuestros actos inconscientes. Dicen que tenemos que aprender a soltar, pero difícilmente nos enseñan a reparar aquellas relaciones que nos edifican y que le suman cosas positivas a nuestra vida.  Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

Por Carmen Benavides, Directora de contenidos Trainn mx

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