Metáfora del tren y la vía

¿Alguna vez has viajado en tren? Si lo has hecho, seguramente viviste una gran experiencia. Es impresionante saber que el tren, aunque aparentemente va lento, nunca deja de avanzar. Siempre va hacia adelante, pasa por varias estaciones y en algún momento llega a su lugar de destino. Durante el viaje, se puede disfrutar del paisaje y aunque a veces resulta un poco cansado, la realidad es que, al final descubrimos que cada minuto de nuestro tiempo y dinero invertido en esta gran aventura merece la pena.

Durante el trayecto, el tren se conduce por las vías, las cuales, permanecen estáticas todo el tiempo, porque su función es soportar las fuerzas que producen la circulación de los trenes. Las vías están adheridas al suelo sin tener la posibilidad de moverse, salvo aquellas partes de la vía que esporádicamente tienen un cambio de agujas para desviar la dirección y evitar que los trenes choquen, pero fuera de eso, las vías se mantienen siempre en el mismo lugar. No avanzan, no se mueven, están quietas todo el tiempo, su única finalidad es soportar el paso de los trenes y nada más.

Un hecho ineludible es que, sin las vías, el tren no puede avanzar y por lo tanto pierde su funcionalidad. Sin el tren, la vía no tiene razón de ser, ambos son el complemento perfecto para llevar a cabo su misión.

El tren y la vía son una excelente metáfora de lo que representa el cambio y la inmutabilidad en nuestra vida personal, familiar, social y laboral. Nosotros, al igual que el tren podemos avanzar hacia nuestros objetivos a partir de mutar conductas, pensamientos o creencias que nos permitan salir de de nuestra zona de confort. No es una tarea sencilla y tampoco nos garantiza que estemos mejor que ahora, sin embargo, las condiciones económicas, políticas y sociales nos empujan de manera irremediable a descubrir y explorar nuevos conocimientos, habilidades y destrezas que estaban ocultos y que ni siquiera sabíamos que habitaban en nosotros.

El cambio puede definirse según De Faria (1996) como la modificación de un estado, condición o situación. Por lo que podemos decir que, es una transformación o alteración de aspectos significativos para cada persona. El cambio es una constante en nuestra vida y el ser humano lo ha experimentado desde siempre. Según Alvin Toffler “El cambio no solamente es necesario en la vida, es la vida en sí misma”. Sufrimos cambios en nuestra apariencia física, en la forma de pensar, los gustos y necesidades de orden personal y laboral, con el tiempo, cambia nuestro círculo de amigos y conocidos, hoy no somos los mismos de ayer, y mañana no seremos los mismos de hoy. Todo fluye y se transforma.

En relación al cambio, cuentan que hace aproximadamente 500 años, los estados italianos atravesaban por problemas de orden económico, político y social. Siendo Maquiavelo canciller de Florencia fue a Siena para entrevistarse con Pandolfo Petrucci, político italiano que dirigió el gobierno en el último periodo de su vida; siempre despertó sentimientos opuestos, pues para sus amigos y aliados era un gran defensor y para sus oponentes era tirano, astuto y traicionero. Realmente fue una figura política controvertida con grandes habilidades como estadista. El motivo por el que Maquiavelo solicito la entrevista con Petrucci es porque este causaba gran desconcierto entre los gobernantes, pues gozaba de tener una conducta variable e impredecible. Estando en la entrevista, el canciller de Florencia le preguntó – ¿Cuál es la razón por la que sus decisiones son tan inesperadas? – A lo que Pandolfo respondió: “Como deseo cometer cuantos menos errores posibles, llevo mi gobierno día a día y manejo mis asuntos hora a hora porque…Los tiempos son más poderosos que nuestros cerebros”

La lectura que podemos obtener de este pasaje de la historia es que, los tiempos son mutables, modifican nuestra realidad y con ello, nuestra vida. Todo cambio genera incertidumbre, miedo a equivocarnos, a no dominar las situaciones y a lo desconocido. Nadie ha dicho que enfrentar el cambio sea sencillo, pero siempre habrá oportunidad para desafiarlo y obtener lo mejor de él.

Al igual que la metáfora del tren y la vía, cada uno de nosotros puede elegir cómo y cuándo hacer frente a las nuevas circunstancias que se presentan en la vida. Podemos decidir ser las “personas tren” y enfrentar el reto, salir de nuestra de nuestra zona de seguridad para descubrir qué hay más allá de los límites. Y al igual que el tren, tendremos que parar en cada estación para observar y aprender todo aquello que nos proporciona crecimiento personal, pero sin olvidar que nos esperan más estaciones con nuevas oportunidades de crecimiento por lo que será necesario regresar al tren y avanzar hasta llegar al destino que nos hemos propuesto. Solamente subiéndonos al tren podremos descubrir nuevos territorios y formas de ver la vida. No es necesario ir tan rápido, porque tenemos que aprender a disfrutar del proceso. El tren, aunque avanza lento, de todas formas, llega a su lugar de destino. Cada uno a su ritmo y cada quien en su espacio, pero siempre con la convicción de seguir adelante.

La vía representa a aquellos que no están dispuestos a enfrentar el cambio, por muchas razones que desconocemos, pero que se sienten cómodos en donde están. Permanecen estáticos y muchas veces por miedo no salen del lugar que les proporciona tranquilidad. Las “personas vía” no quieren moverse de donde están, y se pueden quejar y lamentar de su suerte, pero no están dispuestas a transformar su realidad. La vía, siente el peso del tren y en la vida sucede lo mismo, porque mientras muchas personas avanzan y alcanzan sus metas, la “persona vía” se lamenta al ver que otros logran un ascenso en su trabajo, un cambio de casa o automóvil o simplemente ve que algunos mejoran su condición económica; todo esto le puede generar estrés, tristeza e impotencia, pero aun así sigue pensando que es mejor no arriesgar su situación actual.

Ser el tren o la vía depende de cada uno de nosotros, de nuestras circunstancias, posibilidades, aspiraciones y necesidades. No podemos obligar a los demás a avanzar o quedarse con nosotros. Subirse al cambio implica riesgo, desasosiego, pero principalmente “valentía” porque, no cualquiera está dispuesto a comprometer su estado actual por un futuro incierto; el precio del cambio puede ser muy elevado, pero no tanto como el de permanecer inmóvil.

La “persona tren” crece en conocimiento y experiencia, “la persona vía” tiene que conformarse con ver cómo las oportunidades que se presentan son aprovechadas por otros. El cambio es inevitable, aceptarlo es una opción. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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