La ecpatía, una forma de cuidar tu salud mental.

Las relaciones humanas son fundamentales en nuestra vida; porque a través de estas podemos alcanzar nuestros propósitos y evolucionar como sociedad, ya lo decía Aristóteles “el hombre es un zoon politikon” es decir, somos seres sociales por naturaleza, aunque esto implique enfrentarse algunas dificultades porque cada uno de nosotros tiene su propia forma de ver la vida y actuamos conforme a  nuestra personalidad e historia personal,  lo cual puede generar desacuerdos y un sinfín de problemas que pueden provocar relaciones destructivas.

Lo ideal sería tener vínculos sanos, pero no siempre es posible por las razones antes mencionadas, sin embargo, tenemos que aprender a estar con los otros, a crear acuerdos que nos permitan avanzar como grupo y a crecer como personas; en muchas ocasiones tendremos que ser empáticos y ponernos en los zapatos de los demás para entender al otro desde su posición, buscando estrategias comunicativas y de negociación para salvar algunas situaciones que involucran el trabajo, la familia y nuestra propia salud mental. 

Nuestra vida se ve enriquecida cuando nos encontramos con compañeros de trabajo, familiares o conocidos que nos hacen ver el lado positivo de la vida, despiertan en nosotros una gran confianza y nos dan un empujoncito para sacar lo mejor de nosotros mismos; Marian Rojas Estapé califica a estas personas como “personas vitamina”.  Pero no siempre tendremos la fortuna de convivir con seres con la que conectemos inmediatamente, ya que muchas ocasiones nuestra relación con los demás se puede ver alterada por un comportamiento nocivo y que afecta irremediablemente nuestra estabilidad emocional.

Frente a este tipo de personas tenemos que actuar de forma inteligente, sin comprometer nuestros sentimientos y emociones y solamente a partir de la ecpatía podremos protegernos y salir adelante sin sentirnos culpables por lo que los demás hagan o no con su vida.   El término ecpatía proveniente de la raíz griega ek-patheia (sentir afuera), por lo que acuña un proceso consciente de separación de los sentimientos y circunstancias del otro. 

Hay personas que se acercan a nosotros y nos platican acerca de sus preocupaciones, situaciones tristes o complicadas por las que están atravesando y que, con frecuencia pueden provocar en nosotros tristeza o sinsabores, al punto de involucrarnos tanto que llegamos a apropiarnos de sus problemas, generando en nosotros un desgaste emocional.

Lo anterior, no significa que siempre tengamos que estar huyendo de las personas que tienen problemas o comportamientos tóxicos; muchas veces podrían ser nuestros compañeros de trabajo o nuestra propia familia, y es entendible que, en algún momento de nuestra vida, todos podemos encontrarnos en una situación similar y podríamos necesitar del acompañamiento o consejo de los demás. Pero es recomendable que, siempre que nos encontremos con personas negativas, pesimistas, vampiros emocionales o que demanden mucho de nuestro tiempo, cuidemos nuestras emociones y las pongamos a salvo, utilizando técnicas ecpáticas para regular el nivel empático hacia los demás; podemos escuchar y apoyar cuando la otra persona lo permita, pero manteniendo una distancia entre las tristezas, enojos, amarguras o cualquier comportamiento dañino y nuestro bienestar emocional.

Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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