Los límites de la tolerancia

La guerra y los conflictos siempre han estado presentes en la vida del ser humano, son como una huella indeleble que le define como violento por naturaleza, pero a pesar de eso, ha buscado la forma de conciliar intereses a partir de una conducta más pacífica y apoyada en el discernimiento y la aceptación de las diferencias personales, raciales, políticas, sexuales, culturales y sociales. El siglo XX ha sido testigo de acontecimientos atroces que obligaron a las organizaciones a plantear nuevas políticas apoyadas en valores como la colaboración y la tolerancia; principios que han ido permeando muchos aspectos de nuestra vida personal y social.  La UNESCO (1995) define el valor de la tolerancia como “el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, así como el reconocimiento, la aceptación y el aprecio al pluralismo cultural, a las formas de expresión, a los derechos humanos de los demás y a la diversidad del aspecto, situación, comportamiento y valores de todas las personas. 

Lo anterior, nos deja en claro que una sociedad solamente puede evolucionar a partir de aceptar las diferencias, mediante el diálogo y el respeto hacia los demás, en un proceso de aprendizaje e interiorización de los derechos que el Estado nos otorga; sin embargo, debemos recordar que al igual que la libertad, no hay tolerancia sin límites y esto significa que no cabe tolerar al que niega el respeto que todos merecemos. 

Dado lo anterior, cabe plantear la siguiente pregunta ¿Quién define los límites de la tolerancia? Y la respuesta es: el bien más apropiado para la persona. De ahí que el valor de la tolerancia puede confundirse con muchas acciones que se alejan de la verdadera esencia de este principio.

Algunos comportamientos que acechan el valor de la tolerancia son:

  1. La condescendencia. El latín condescendere significa descender para colocarse en la posición del otro; hace referencia, por tanto, al hecho de mostrar amabilidad accediendo a la voluntad de otro, pero desafortunadamente podemos llevar al extremo esta condición al grado de anular a la otra persona, haciéndola sentir víctima de las circunstancias que le aquejan. Por ejemplo, pensamos que tolerar es creer que una mujer que sufre violencia es incapaz de defenderse y tomar decisiones para salir de ese círculo vicioso, cuando en realidad tendría que haber una comunicación abierta y franca con ella para orientarle y que recupere su autonomía. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan, pero no indagamos acerca de lo que realmente pretende la otra persona.
  2. La indiferencia. Es un estado afectivo neutro, donde la persona “ni siente, ni padece” y regularmente se asocia con la frialdad e insensibilidad. Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir: No me importa lo que diga, finalmente no es mi problema. Obviamente, a veces somos indiferentes, frente a aquellos actos o comentarios que no nos afectan directamente, pero cuando hay una repercusión hacia nosotros entonces ahí si ponemos el grito en el cielo. Nuestro deber es respetar a la persona, pero eso no significa que tengamos que pasar por alto situaciones que vulneren nuestros derechos.
  3. Complicidad. Este término, que procede del latín complex, refiere a quien expresa o siente solidaridad o camaradería para con otra persona. Muchas ocasiones, al no intervenir en una opinión o creencia, estamos consintiendo que se cometa una injusticia o infamia hacia alguien más: La genuina tolerancia tolera sin renunciar a la búsqueda de la verdad, el hecho de sentir simpatía por alguien no significa que tengamos que tolerar un atropello, porque entonces no estaríamos buscando el bien apropiado, al contrario, nuestro comportamiento gozaría de mezquindad y con un criterio de doble moral. Las ideas, creencias o prácticas que rebasan la civilidad tienen que ser cuestionadas, de lo contrario nos convertimos en partícipes de acciones que envilecen a nuestra sociedad.

La tolerancia como valor, implica respetar y ser empáticos con los demás, en el entendido de que debemos ejercerla con responsabilidad sin renunciar a nuestras convicciones, pero tampoco permitiendo hechos que vayan en contra de la dignidad humana. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

¡Contáctanos!

Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *