El liderazgo es un fenómeno complejo y determinado por múltiples variables de índole personal y social entre las que intervienen las competencias personales del líder, las características de los colaboradores, las condiciones contextuales en las que se desarrolla y todo esto, sumado a un entorno sumamente volátil. Reconocer y aceptar la complejidad del liderazgo permite estudiarlo y ejercerlo desde criterios acordes a nuestros tiempos como son: la diversidad cultural, los cambios sociales, la innovación, la incertidumbre, la salud mental, el pensamiento divergente y principalmente la incorporación de tecnologías a los procesos de interacción y comunicación organizacional.
Actualmente, las organizaciones dependen más de la comunicación digital por lo que muchos de sus procesos se desarrollan en línea, contando con grandes ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías de la información para alcanzar los objetivos estratégicos, y que, en caso de no aprovecharse, las organizaciones corren el riesgo de quedar relegadas en un mundo tan competitivo y cambiante como en el que vivimos, desaprovechando grandes oportunidades en el mundo empresarial.
De acuerdo con Gilstrap y Hendershot (2015), son justamente la inclusión de la tecnología a las organizaciones y la incertidumbre en la que estas operan las que han dado lugar al concepto de e-leaders o líderes electrónicos y de e-leadership o liderazgo electrónico
Dentro de este contexto, se muestra la urgente necesidad de desarrollar propuestas de liderazgo más pertinentes y ajustadas a estos cambios contextuales y a la realidad de las organizaciones.
Avolio (2007), define el liderazgo electrónico como un proceso de influencia social, inmerso en contextos proximales y distales, mediados por las tecnologías de información. Debido a los acelerados cambios tecnológicos, los líderes electrónicos deben atender grandes cantidades información y enfrentar un mundo en constante cambio.
A lo anterior se suma la necesidad de comunicarse efectivamente con sus equipos de trabajo, ya no solo cara a cara, sino a través de una comunicación conciliada por medios electrónicos de forma síncrona o asíncrona, cuyo éxito va a depender de la capacidad de liderar adecuadamente bajo entornos virtuales de trabajo. y adaptarse dinámicamente a un ambiente cambiante, en el que la tecnología puede ofrecer grandes oportunidades, que únicamente se podrán aprovechar si el líder logra consolidar equipos virtuales efectivos, lo redundará en la competitividad, el crecimiento y la perdurabilidad de las organizaciones del siglo XXI.
Por Carmen Benavides
Directora de Contenidos TraInn MX