La misoginia femenina

En la historia de la humanidad, han quedado registrados hechos infames, cargados de odio y aversión hacia la mujer; y hasta el día de hoy, millones de mujeres en el mundo siguen sufriendo el desprecio, abuso y violencia por parte de una sociedad prejuiciosa que continúa descalificando el valor, talento y fortaleza de quienes junto con los hombres hemos edificado un mundo mejor.

Todos esos estereotipos y prejuicios del hombre hacia la mujer se denominan “misoginia” y esta expresión está formada por la raíz griega “miseo”, que significa odiar, y “gyne” cuya traducción sería mujer, y se refiere al odio, rechazo, repulsión y menosprecio de los hombres hacia las mujeres.

Lamentablemente, la misoginia ha sido un lastre con el que hemos tenido que lidiar las mujeres, ya que, en pleno siglo XXI se siguen reproduciendo opiniones, creencias y conductas negativas acerca de lo femenino. En la actualidad, estamos frente a una “nueva misoginia” en donde todos los actos antes enunciados se siguen multiplicando, pero de una forma más sutil, de tal manera que, nos seguimos enfrentando a dificultades no solamente de orden social, sino que también nuestras aspiraciones, intereses y metas se ven frenadas por políticas económicas y laborales que afectan de manera importante nuestra imagen, crecimiento personal y profesional.

Sería un grave error considerar que todos los hombres son misóginos; porque hay quienes incluso, se han declarado profeministas, apoyando, defendiendo y promoviendo el respeto hacia las mujeres y los derechos fundamentales de las mismas. Seguramente, muchos hombres en el mundo están trabajando en un cambio de mentalidad que se traduce en el trato justo y respetuoso hacia las mujeres de su entorno familiar, social y laboral.

Aunado a lo anterior, hay otro problema que también surge, crece y se reproduce dentro de la misma sociedad; es igual de dañino y ominoso que todo el fenómeno ya mencionado; ha permanecido oculto durante mucho tiempo porque somos las mismas mujeres quienes creemos que el odio o la violencia hacia nosotras solamente proviene de los hombres y no de las mujeres. Pero una realidad es que, también muchas mujeres odian, desprecian y discriminan a las de su mismo sexo. A este hecho se le denomina Misoginia Femenina” y es de lo más común en los grupos sociales; desde la familia hasta el ámbito laboral y social, repetimos y justificamos todos aquellos actos que atentan contra las demás mujeres. Tenemos la influencia de patrones culturales que han propiciado que estigmaticemos a aquellas mujeres que piensan y actúan diferente a las demás. 

Es tan delgada la línea que muchas personas ni siquiera lo notan. Por ejemplo, cuando una mujer desacredita el esfuerzo y tenacidad de su compañera de trabajo y todo lo reduce a un simple “tuvo suerte” o “se metió con el jefe”, está dando por sentado que esa compañera no es merecedora del lugar que se le ha otorgado por el brillante desempeño que ha tenido. No apoyamos ni impulsamos a nuestras iguales. Cuando asumimos este tipo de conductas, en el fondo hablamos de nuestra incapacidad para lograr todo aquello que otras están haciendo.

Lo peor de todo esto es que, el reconocimiento hacia el éxito, esmero e inteligencia de otras mujeres no solamente es desprestigiado por aquellos hombres que con su comportamiento niegan la grandeza de las féminas, sino que muchas veces como mujeres, menospreciamos y violentamos a las demás y no aceptamos que cada una de nosotras es libre para amar y abrazar su ser mujer. 

Seguimos transmitiendo el pensamiento machista, para dañar a otras mujeres que al igual que nosotras tienen sueños, ilusiones y ganas de salir adelante. Tenemos que aprender como mujeres que, las diferencias entre nosotras son enriquecedoras cuando aprendemos de ellas. Reflexionemos al respecto y generemos redes de apoyo que empujen a cambios sociales y garanticen condiciones equitativas para todos.

Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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